¿Qué pensamientos vienen a su mente cuando se menciona la voluntad de Dios? Su respuesta dependerá en gran medida de su comprensión del Señor, de sus métodos y del costo percibido de la obediencia. La voluntad de Dios es simplemente su propósito y su plan, y su alcance abarca desde los decretos providenciales planificados para toda su creación, hasta los planes específicos para cada vida individual.
Ilustración por Jeff Gregory
La voluntad conocible de Dios
Hay muchos conceptos erróneos con respecto a la voluntad del Señor, por lo que necesitamos un entendimiento preciso y bíblico para tomar buenas decisiones. Aunque la voluntad de Dios puede parecer sombría y difícil de discernir, Él no está tratando de ocultarnos nada. Además, no es un conocimiento místico reservado para unos pocos, ni requiere siempre que hagamos algo que preferiríamos evitar.
Las Sagradas Escrituras proporcionan una guía en cuanto a la voluntad de Dios, que es válida para cada creyente, en cada época, sin importar las circunstancias. Uno de esos pasajes es Romanos 12.1, 2. La motivación y la capacidad de vivir de acuerdo con su sabiduría no se originan en nosotros mismos, sino en Dios y en su bondad para con nosotros (Romanos 12.1). Tres mandatos requieren acciones que son respuestas apropiadas a las misericordias de Dios y, si se obedecen, nos llevan directamente a su voluntad.
Presentar nuestros cuerpos como un sacrificio de adoración a Dios.
En realidad, ya pertenecemos al Señor: primero, porque somos sus criaturas; y, segundo, porque nos ha redimido del pecado (1 Pedro 1.18, 19). Ofrecernos como sacrificio significa comprometernos a vivir como la posesión amada de Dios, en vez de vivir para nuestro propio placer y preferencias. Los adjetivos que el apóstol Pablo usa para describir tal sacrificio nos ayudan a entender cómo es esto.
Vivo. Mientras Dios nos dé aliento, buscamos agradarle en todos los aspectos de la vida.
Santo. Para que nuestra vida sea una ofrenda completa, nos apartamos del pecado y nos dirigimos a Dios.
Agradable a Dios. Nunca debemos ignorar la voluntad del Señor sustituyéndola por actividades que nos satisfagan más. Dios se disgustó cuando los israelitas ignoraron sus normas en cuanto a los animales de sacrificio, ofreciendo en su lugar a aquellos que no querían: los ciegos, cojos o enfermos (Malaquías 1.8).
Cuando la voluntad de Dios nos parezca descabellada, debemos recordar que nosotros somos incapaces de ver el panorama completo o conocer del todo los propósitos divinos. Él gobierna cada circunstancia de nuestra vida y tiene conocimiento pleno de todo lo que sucede bajo el cielo, desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura. Nosotros, por el contrario, tenemos una comprensión muy limitada. Sería una tontería transitar por la vida basándonos en nuestra propia sabiduría, cuando el Señor es nuestro guía omnisciente, todopoderoso y omnisapiente.
Cuando el Señor Jesús le pidió a Pedro que hiciera algo que parecía poco razonable, el apóstol decidió confiar y obedecer de todos modos, y su vida cambió para siempre.
La vida de Pedro se encaminó hacia una nueva trayectoria porque decidió confiar y obedecer cuando el Señor le dijo que hiciera algo que no parecía razonable. Sentado en la barca de Pedro, el Salvador terminó de enseñar a la multitud que había en la orilla, y luego le dijo al pescador que se dirigiera a aguas profundas y echara las redes. Esto no tenía sentido para Pedro, porque había pasado toda la noche pescando en los lugares más prometedores, pero no había sacado nada. Sin embargo, porque el Señor era quien lo pedía, obedeció. Y para su sorpresa, atrapó tantos peces que la red comenzó a romperse (Lucas 5.1-11).
De repente, dándose cuenta de que no se trataba de un hombre común, Pedro cayó a los pies del Señor; con dolor reconoció su propio pecado e indignidad, incluso de estar en la presencia de Cristo. Entonces el Señor dijo algo que cambió todo el curso de la vida de Pedro: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (Lucas 5.10). De inmediato, Pedro dejó su negocio, siguió al Señor y se convirtió en uno de los apóstoles que cambió al mundo con el evangelio.
En lugar de presentar resistencia a la voluntad de Dios cuando nos parezca inaceptable, debemos reaccionar como lo hizo Pedro. Nunca debemos subestimar lo que el Señor puede hacer en nuestra vida como resultado de un pequeño paso de obediencia.
No conformarnos a este mundo
Ser conformado significa ser moldeado por una fuerza externa, en este caso, por el mundo, que podría definirse como cualquier filosofía que deja a Dios al margen. Juan dice: “Todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2.16). Santiago agrega que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios (Santiago 4.4).
No es posible seguir la voluntad de Dios para nuestra vida si estamos gobernados por lo que se siente bien, se ve bien o apela a nuestro sentido de importancia personal. Cada vez que dejamos que los placeres, los valores y los dogmas creados por el hombre se infiltren en nuestra mente y corazón, estamos siendo moldeados a la semejanza del mundo en vez de a la de Cristo. La manera de refutar y revertir este proceso se encuentra en el siguiente mandato.
Ser transformados por la renovación de nuestra mente
Aunque debemos estar activos en el proceso, Dios es quien nos transforma y renueva a través de su Espíritu Santo, quien mora en nosotros. A medida que poco a poco somos formados a la imagen de Cristo, el cambio se hace visible en nuestro comportamiento.
Esta transformación comienza en la mente, que se renueva al asimilar la Palabra de Dios. A medida que estudiamos las Sagradas Escrituras, el Espíritu Santo cambia nuestra manera de pensar, para que podamos comenzar a ver la vida desde la perspectiva del Señor. En el proceso, nuestras decisiones, manera de vivir y oraciones empiezan a ir a la par con la voluntad de Dios, en lugar de ser moldeadas por el mundo.
Si usted alguna vez ha pensado que la voluntad de Dios es algo que hay que temer, soportar o evitar, Romanos 12.1, 2 es una buena noticia. Al poner en práctica estos tres pasos, obtendrá una nueva apreciación de los propósitos específicos del Señor para usted. Las circunstancias que una vez lo hicieron refunfuñar y quejarse, se revelarán ahora por lo que en realidad son: el plan perfecto del Padre celestial que se está llevando a cabo en su vida.
Los creyentes tenemos dos opciones: resistir la voluntad de Dios mientras nos aferramos a nuestros deseos; o presentarnos ante su altar en sumisión, muriendo al mundo que nos rodea y renovando nuestra mente con su Palabra. El primer camino termina en ira, miedo y frustración, pero el camino de la voluntad de Dios es dulce, pacífico y lleno de alegría. Solo el Señor sabe cómo guiarnos sabiamente por la vida. ¿Confiará usted en Él para descubrir la alegría de andar en su voluntad?
Reflexione
¿Alguna vez ha creído que la voluntad de Dios para su vida se limita solo a las decisiones grandes? En realidad, el Señor está muy interesado en los detalles, porque el curso de su vida está determinado, en esencia, por las cosas pequeñas. ¿Sus opciones de entretenimiento, su ética de trabajo, sus interacciones con otras personas, sus prácticas de consumo y sus pensamientos más íntimos se alinean con los valores del mundo o con la voluntad de Dios? ¿Qué necesita llevar ante el altar del Señor?
A menudo, queremos hacer lo que es aceptable para nosotros en vez de dejar que el Señor elija nuestro camino. Por tanto, hacemos sustituciones. Por ejemplo, Cristo nos dice que perdonemos a todos los que nos ofenden, pero si creemos que eso es un sacrificio demasiado grande, podemos optar por poner un cheque más grande en el plato de la ofrenda, esperando que eso apacigüe a Dios. O tal vez sentimos que el Señor quiere que le sirvamos de una manera específica, pero como nos sentimos incompetentes elegimos un tipo de servicio diferente. ¿Alguna vez se ha resistido usted a la voluntad de Dios haciendo algo así?
¿Está ocupado tratando de descubrir la voluntad del Señor para una situación específica, mientras descuida lo que Él ya le ha dicho que haga? Si es así, Mateo 6.33 es un buen recordatorio de las prioridades que agradan a Dios: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Ore
Padre celestial, te pido en el nombre del Señor Jesús que yo pueda ser lleno del conocimiento de tu voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para podar andar de una manera digna de ti, agradándote en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en tu conocimiento (Colosenses 1.9, 10). Amén.
Medite
Ponga en práctica
Presentarse al Señor como un sacrificio vivo no es un hecho aislado, sino un acto diario (y a veces de cada hora) de sumisión a la voluntad de Dios en cada aspecto de la vida. Si usted se da cuenta de que está alejándose de su devoción, confiéselo y vuelva a Él.
Transformar la mente es también un proceso largo, pero no sucederá si no lee su Biblia. Haga de esto una práctica diaria, y no solo lea sus palabras para poder tachar que lo hizo en su lista de cosas por realizar. Medite en el pasaje que está leyendo, y preste especial atención a cualquier idea sobre lo que el Señor desea comunicarle.