¿Alguna vez ha terminado usted una conversación con alguien y se ha ido sintiéndose vacío? Ambos se presentaron y hablaron, pero después se sintió tan solo como si nunca se hubieran reunido. Eso nos pasa a todos: conversar sin conectarse. Hay momentos y lugares para eso: las transacciones en el supermercado o charlas apresuradas en la sala de descanso del trabajo, por ejemplo. Pero cuando no podemos satisfacer el sentido más profundo de conexión que anhelamos, o cuando no podemos estar del todo presentes para un amigo que necesita con desesperación nuestra compañía, es el momento de hacer algo diferente.
Ilustración por Steve Scott
Usted puede pensar que ya sabe cómo mantener una conversación significativa, pero la investigación sugiere lo contrario. La mayoría de las personas, en esta época de diálogos unilaterales a través de foros de mensajes, publicaciones en redes sociales y otros medios digitales, tienen dificultades para conversar de una manera beneficiosa. Para muchos de nosotros, las habilidades están oxidadas, y esto ocurre en una época en la que la soledad está en su punto más alto. Las personas necesitan una conexión genuina, y como creyentes llamados a llevar las cargas de los demás, debemos estar dispuestos y ser capaces de proporcionarla.
En esta guía, esperamos ayudarle a conectarse con quienes estén en su presencia: familiares, amigos de toda la vida, compañeros de trabajo, vecinos, extraños o incluso enemigos. El objetivo no es convertir cada conversación en una agenda o una sesión de terapia, sino crear un espacio donde ambas partes puedan ser reconocidas y escuchadas. Queremos ofrecer herramientas que le ayuden a saber qué hacer cuando alguien que importa para usted parece estar agobiado o cuando hay algo que un ser querido tiene miedo de decir. Nadie puede forzar una conversación significativa, pero crear el entorno adecuado lo hace más factible.
Conexión conversacional: Las cuatro actitudes
¿Cómo se crean conexiones cálidas y significativas con los demás? Comenzamos con las Cuatro Actitudes en una Conversación Cariñosa:
Sea curioso.
Crea lo mejor.
Exprese interés.
Comparta sus experiencias.
Cuando los cuatro enfoques funcionan juntos en una conversación, las personas son capaces de formar lo que los científicos sociales llaman “una conexión cálida”. Sin embargo, la mayoría de nosotros tenemos dificultades con al menos uno de ellos. Podemos dudar cuando se trata de sentir curiosidad por los demás y preguntarles sobre su vida, porque nos han enseñado que eso es de mala educación. Tal vez nos sintamos desconfiados de los vecinos que votan por un candidato político diferente o tienen opiniones sociales que no coinciden con las nuestras; entonces, al suponer que no pueden enseñarnos nada, dejamos de creer lo mejor. O quizás expresar interés por los problemas de los demás hace que parezca incorrecto compartir algo sobre los nuestros.
Pero si nos fijamos en el Señor Jesús, vemos que estas actitudes son claves para una conexión significativa. Él dominaba el arte de la curiosidad, y los relatos del Nuevo Testamento lo muestran cuando hacía pregunta tras pregunta. Pero ¿por qué, si ya sabía cómo responderían las personas, seguía preguntando? Porque ser curioso facilita una conversación abierta y genuina.
El Señor Jesús comía y fraternizaba con pecadores porque, a pesar de sus faltas, los valoraba como personas y los veía con compasión, como personas dignas de ser salvadas. También compartió su vida con los discípulos —comiendo, descansando y viajando juntos, y ellos fueron testigos de algunos de sus momentos más duros. Y quizás más importante aún, compartió su vida con nosotros. Es una de las maneras en las que expresó su interés por cada persona en la tierra. Y nos llama a hacer lo mismo, amando a nuestro prójimo, algo que la Sagrada Escritura dice que cumple toda la ley (Mt 22.36-40; Ga 5.14).
No tenemos que ser perfectos como el Señor Jesús para incorporar estas cuatro actitudes en nuestras relaciones. De hecho, es probable que usted las haya experimentado al hablar con un amigo. Tómese unos momentos para hacerse estas preguntas:
¿Cuándo fue la última vez que tuve una conversación significativa con alguien?
¿Cómo me sentí durante la conversación? ¿Y después?
¿Qué me llamó la atención en cuanto a la conversación?
Haga la primera pregunta
A veces, la parte más difícil de una conversación es comenzar. Todos sabemos preguntar: “¿Cómo estás?”, pero esa pregunta no siempre impulsa al diálogo en una dirección significativa, ya que es vaga y abierta. En cambio, cuando queremos conectarnos con alguien, podemos decir: “¡Hola! Me alegro mucho de verte” y luego hacer una pregunta acerca de una de las siguientes áreas de la vida:*
Social (personas y mascotas): “¿Con quién has pasado tiempo últimamente? ¿Cómo está _________?”
Emocional (sentimientos): “¿Cómo te sientes con respecto a ese [equipo deportivo, acontecimiento o noticia]?”.
Física (espacios, cuerpos, los cinco sentidos): “¿Estás trabajando en algún proyecto de renovación de tu casa? ¿Has probado algún restaurante nuevo? ¿Cómo estás durmiendo?
Cognitiva (pensamientos): “¿En qué te has enfocado en los últimos días?
Volitiva (decisiones): “¿Cómo tomaste la decisión de ___________?”
Espiritual (vida religiosa e ideas): “¿Vas a celebrar alguna festividad religiosa que se aproxima?”.
Dar sentido
A medida que su interlocutor responda las preguntas, puede avanzar a conexiones significativas expresando interés y hablando de sus propias experiencias.
Pregunte sobre el estrés. Una de las mejores maneras de comenzar a relacionarse a un nivel más profundo, incluso si empieza con una pregunta sobre los deportes o el clima, es preguntar algo que exprese interés. Una excelente pregunta inicial es: “¿Cuáles son tus principales factores de estrés esta semana?” o alguna variación sobre las preocupaciones o los pensamientos que mantienen a la persona despierta por la noche. Cuando les preguntamos sobre estas cosas, estamos invitando a las personas a desahogarse. Luego practicamos llevar la carga de otra persona ofreciéndole ánimo, ayudándola en lo que podamos y señalando a nuestro interlocutor la presencia y el cuidado de Dios.
Escuche los valores fundamentales. Otra forma de hacer que una conversación sea significativa implica utilizar habilidades de escucha activa. Cuando alguien responde a preguntas de nuestra conversación, podemos escuchar los valores fundamentales. Decirles a las personas lo que hemos notado sobre sus prioridades más preciadas comunica comprensión y amor en una conversación, de forma más rápida que casi cualquier otra cosa.
Por ejemplo, si preguntamos por los principales factores de estrés y escuchamos lo molesta que está la persona por un cambio de planes, un vuelo retrasado o una fecha de reunión incierta, sabremos que valora un horario ordenado y predecible. Podríamos decir: “Al escucharte, puedo notar que tu horario es muy importante para ti, y es un problema cuando las cosas se vuelven impredecibles”. Al principio, identificar los valores fundamentales puede ser difícil, y repetirlos a los demás puede sentirse incómodo. Pero con la práctica, esto se volverá más fácil. Y cuanto más vea usted una respuesta positiva, más se animará a seguir intentándolo.
Considere esta lista de respuestas a la pregunta: “¿Qué pasó el fin de semana?”. Si las personas hablan de las siguientes categorías, usted puede adivinar lo que podrían valorar:
Con quién pasaron tiempo (Relaciones)
Qué proyectos terminaron (Productividad)
Qué leyeron o descubrieron (Aprendizaje)
Qué cosa nueva experimentaron (Aventura)
A quién ayudaron (Generosidad y servicio)
Qué hicieron por su cuenta (Independencia)
Qué superaron (Valor y resistencia)
Qué llevaban puesto o qué aspecto tenían (Estética y diseño)
Qué hicieron en el gimnasio o en la cocina (Salud y bienestar)
Reflejar los valores fundamentales ayuda a una persona a sentirse reconocida, escuchada y, lo más importante, segura para compartir más, quizás lo que en realidad está en su corazón.
Mantenga un registro. ¿Alguna vez ha compartido usted algo personal o importante, y luego la otra persona lo olvidó por completo? Ese tipo de experiencia puede hacerle sentir insignificante y dudar en ser transparente en el futuro. Puesto que queremos que nuestro interlocutor se sienta seguro y cómodo, veamos un par de maneras de mantener la confianza y la conexión, incluso después de que la conversación haya terminado.
Utilice un diario (o una aplicación de notas en su teléfono) para anotar palabras clave de su conversación. Esto no tiene por qué estar ordenado u organizado a la perfección; solo lo bastante claro como para refrescar su memoria antes de su próxima conversación.
¿La persona mencionó una fecha importante que se acerca, como una cita médica o una entrevista? Anote ese evento u ocasión en su calendario para que recuerde preguntar sobre eso después.
Hable de su vida. Otra manera de hacer que una conversación sea más significativa es hablar de lo que está sucediendo en su propia vida. Cuando sea el momento adecuado, trate de compartir lo que tiene en mente. Por ejemplo, puede contarle a la persona con qué ha estado luchando en los últimos tiempos o qué le preocupa esta semana. Cuando compartimos algo difícil, contribuimos a crear un entorno seguro, en el que otros se sienten cómodos siendo ellos mismos y hablando con sinceridad. Abrirse comunica que confiamos en nuestros amigos, y que ellos pueden confiar en nosotros también.
Hable con Dios. Quizá lo más importante que podemos hacer por nuestras relaciones es pedir a Dios que nos ayude a ser buenos oyentes. Si somos sincros, a menudo terminamos escuchando a medias a la otra persona mientras pensamos qué decir a continuación o nos anticipamos a relatar una experiencia. Pero escuchar de veras a alguien requiere humildad. Es una cuestión del corazón, y algo para lo que necesitamos la ayuda de Dios.
Considere esta oración antes de reunirse con una persona amiga: Señor, quiero escuchar de verdad a los demás. Ayúdame a ser un buen oyente y un amigo humilde. En el nombre del Señor Jesús, amén.
No todas las conversaciones tienen que ser transformadoras, pero cuando necesitamos conectarnos con alguien, es importante saber cómo hacerlo. Así que la próxima vez que una conversación se estanque, un amigo parezca agobiado de una manera profunda, o usted se sienta bastante solitario, ponga en práctica una sugerencia de esta guía y dese cuenta de que está de verdad preparado para avanzar y conectarse. La conversación es una de las formas en las que “[sobrellevamos] los unos las cargas de los otros, y [cumplimos] así la ley de Cristo” (Ga 6.2). También es una manera, quizás la mejor, de volvernos humanos sin reservas. Dios sabía que no era bueno que Adán estuviera solo, y eso es aplicable a cada persona hecha a imagen de Dios (Gn 2.18), en otras palabras, a toda la humanidad. Estamos hechos para la comunidad y diseñados para la convivencia, sea cual sea la forma que esta asuma. Y a través del encantador toma y dame de la conversación, ayudamos a crear vínculos muy necesarios.
*Este es un concepto del libro más reciente de la autora [Heather Holleman] The Six Conversations: Pathways to Connecting in an Age of Isolation and Incivility (Las seis conversaciones: Vías para conectarse en una era de aislamiento e incivilidad).