¿Cuándo fue la última vez que usted creó algo? Tal vez fue una torta para el cumpleaños de un amigo, una presentación para el trabajo, o simplemente un divertido patrón de líneas cortando el césped en el patio. ¿Se detuvo a admirar sus esfuerzos? ¿Tuvo una sensación de satisfacción, aunque solo fuera por un momento?
Ilustración por Tim Peacock
El sentido y la satisfacción que experimentamos cuando creamos algo no es una coincidencia. La creatividad es parte de nuestro ADN, integral a nuestra identidad, y a la de nuestro Padre celestial. Cada vez que nos involucramos en nuestros impulsos creativos, nos sentimos revitalizados. Sin embargo, entre todas las tareas, responsabilidades y distracciones de la vida cotidiana, la mayoría de nosotros perdemos de vista el instinto dado por Dios de ser creadores y, en vez de eso, nos convertimos en meros consumidores.
La cultura nos seduce con las promesas de riqueza, realización personal y aceptación que se encuentran en el ajetreo y el exceso de trabajo, junto con el interminable circuito de dopamina de las redes sociales. Es casi imposible resistir el bombardeo de distracciones que nos impiden recordar cuánta alegría hay en crear algo. ¿Cómo sería la vida si recuperáramos nuestra identidad como seres creativos hechos a imagen de Dios? ¿Qué tipo de personas renovadas, radiantes y seguras podríamos llegar a ser?
Antes de que se lamente y pase a la siguiente distracción, o que su cerebro ofrezca la excusa de que usted nunca ha tenido habilidades artísticas, entonces ¿por qué intentarlo ahora?, definamos lo que es creatividad. En los términos más sencillos, es “el uso de la imaginación o ideas originales”. Y eso es una muy buena noticia porque significa que no tenemos que ser artistas profesionales ni aficionados para involucrar nuestra imaginación de maneras nuevas.
Usted es creativo si alguna vez:
- Resolvió un problema.
- Ganó una discusión imaginaria en su cabeza.
- Soñó despierto.
- Modificó una receta.
- Arregló un grifo con fugas.
- Escribió una tarjeta reflexiva.
- Cultivó un jardín.
- Construyó una mesa.
- Manejó exitosamente un cambio.
Quizás esté empezando a considerar la idea pero aún tiene dudas —lo cual está bien. Hemos elaborado esta guía para abordar sus inquietudes y ayudarle a despertar esos impulsos dormidos. El músculo creativo es uno que pocos de nosotros usamos, y mucho menos fortalecemos, pero usarlo bien tiene el poder de cultivar nuestra relación con Dios y renovar nuestro espíritu. Nuestro objetivo no es convertirle en un artista profesional, sino ayudarle a revivir su inclinación dada por el Señor para crear y (más importante todavía) revelar cuánto refleja a su Padre celestial en el proceso.
“La creatividad no es importante para mí”.
Si queremos ser más como Cristo, es indispensable que tengamos una mente creativa. La Biblia nos dice que los atributos invisibles de Dios se ven claramente en las cosas que Él ha hecho (Ro 1.20). Por eso, las actividades creativas son más que meros proyectos para pasar el tiempo o lucirnos ante los demás. Crear algo es volverse más como Aquel que creó un mundo a partir de su propia e infinita curiosidad, deseo, diversidad y genialidad.
Involucre la creatividad como una práctica espiritual. Observar de cerca el mundo natural que Dios diseñó es una excelente manera de comprender nuestra propia creatividad. Considere a los escarabajos, por ejemplo. Es cierto que son una parte esencial del ecosistema, pero ¿sabía que se han identificado 350.000 tipos diferentes? Vienen en una variedad evidentemente infinita de formas, colores y patrones. Algunos son tan pequeños que apenas son visibles, mientras que otros, como el escarabajo titán, ¡pueden medir casi 17 centímetros de largo! Y esto es solo una criatura en el planeta que llamamos hogar.
Dios dio a los pulpos la capacidad de cambiar el color, el brillo, el contraste y el patrón de su piel en tan solo 200 milisegundos, tan rápido como somos capaces de parpadear. Hizo halcones peregrinos que pueden volar a más 320 kilómetros por hora, y perezosos que se mueven de una manera tan lenta que se convierten en un hábitat para otros organismos como las algas. En lugar de simplemente dejar que las hojas caigan al suelo sin más ni más a medida que se acerca el invierno, las hace volverse una explosión de rojos, amarillos y naranjas que deleitan nuestros ojos año tras año. Y cuando caen, se convierten en fascinantes montones crujientes en los que los niños no pueden resistir lanzarse.
¿Qué ejemplos del mundo natural le cautivan? Quizás estas cosas que podemos ver, oler, saborear y tocar son una buena manera de comenzar a explorar y enfocarse en sus propios impulsos creativos.
Dios también nos dio el regalo de la imaginación, una habilidad para ver cosas más allá del mundo tangible. Y esta habilidad puede usarse como un tipo de práctica espiritual. Considere la oración imaginativa, por ejemplo. Esta es una forma de oración en la que usted se imagina a sí mismo en una escena bíblica con el objetivo de encontrarse con Cristo a través de la historia y conocerlo de una manera más íntima y gratificante. Pruebe esto con el siguiente ejemplo:
Lea Marcos 5, el pasaje donde el Señor Jesús sana a la hija de Jairo. Imagínese que usted es un observador presente en esta escena, o imagínese que está allí como Jairo o su pequeña hija. ¿Cómo reaccionaría usted ante el Señor? ¿Qué pensaría, sentiría o diría mientras se desarrolla este milagro? Dígale al Señor todas las cosas que están en su corazón, y dele gracias por su amorosa bondad para con las personas en ese momento y para con usted hoy.
“No soy creativo”.
De pequeños, éramos creadores. Construíamos obras maestras de LEGO®. Dibujábamos retratos de nuestras mascotas sonriendo con crayones. Hacíamos modelos de aviones. Inventábamos juegos con los niños del vecindario en las noches de verano, jugábamos a la escuela y organizábamos extravagantes fiestas de té para nuestros hermanos menores en días lluviosos. Creábamos pasteles de barro, historias elaboradas a la hora de dormir y vidas imaginarias para nuestras figuras de acción.
Todo esto era posible porque estamos hechos a imagen del Creador supremo. Pero en algún lugar entre la infancia y la adultez, muchos de nosotros hemos perdido la expresión creativa.
En su libro Arte y Fe, Makoto Fujimura afirma que “el arte es fundamental para la búsqueda humana de una comprensión más profunda”. Observe que él no lo limitó a un grupo selecto de personas. El arte nos ayuda a todos a conocernos mejor a nosotros mismos, al mundo y a Dios. Sí, una pintura al óleo, una partitura o una escultura ciertamente pueden enseñarnos algo de lo divino, pero no son las únicas opciones. El bordado, un mueble hecho a mano, objetos reciclados, un jardín floreciente, un espacio decorado con cuidado y una alegre fiesta de baile improvisada pueden considerarse formas de arte.
Considere cómo el arte ya le ha formado. Haga una auditoría de arte de su vida hasta la fecha, usando las siguientes preguntas:
¿Qué disfrutaba hacer cuando era niño? ¿Qué le hacía perder la noción del tiempo? ¿Qué le parecía divertido y sin obstáculos?
¿Alguna vez le encantó algo que ahora podría considerar “infantil”, como los cómics, el origami, los trenes de juguete o un género musical en particular?
Ahora que es mayor, ¿hay otra forma de arte a la que se haya sentido atraído?
¿Puede recordar un momento en el que encontró interesante, artística o llamativa la creación de alguien? ¿Por qué le llamó la atención? ¿Qué le hizo sentir?
Ahora, con estas respuestas en mente, trate de recapturar su creatividad infantil: ¿Qué es algo que le apasionaba entonces que podría disfrutar creando ahora? Tal vez hacer modelos de aviones o decorar galletas sería divertido todavía. De no ser así, considere si puede hacer una versión adulta en vez de eso. Si le encantaba disfrazarse, podría intentar revisar su clóset para hacer nuevas combinaciones de ropa. Si disfrutaba de la estrategia en el campo de béisbol, vea si puede unirse a una liga recreativa. Recuerde que no tiene que tratar de ser una persona creativa, ya lo es.
Dese permiso para jugar. En su libro El camino del artista, la autora Julia Cameron escribe: “Su artista es un niño”. Ella recomienda alimentar la creatividad con una “cita de artista” reservando regularmente un bloque de tiempo para que usted se conecte con su creatividad. Entre los ejemplos de Cameron están visitar un acuario, ver una antigua película, disfrutar de una caminata solitaria en un área de belleza natural, escuchar música cristiana en vivo o visitar una tienda de suministros de arte o carpintería.
El objetivo de una cita de artista es usar algo fuera de sus experiencias cotidianas para despertar las partes de usted que Dios hizo para que se entretuviera. Cuando creó, el Señor no fue estrictamente utilitario y práctico: hay demasiadas cosas magníficas en el universo para hacer esa afirmación. Él se interesa por la belleza y por estimular nuestros sentidos. Por eso pensó en la sensación del agua en la piel, los variados sabores de lo salado y lo dulce, y el sonido del viento silbando entre los árboles. No es exagerado creer que cuando Dios creó los caballitos de mar, los flamencos y los elefantes, estaba profundamente comprometido con el juego. Una cita de artista es una invitación a divertirse de la misma manera que lo hace nuestro Padre celestial.
“No tengo tiempo”.
La mayoría de nosotros consumimos significativamente más de lo que creamos, desplazándonos de continuo de una aplicación a otra en nuestros teléfonos celulares o viendo televisión, lo cual se ha demostrado que afecta nuestra salud de una manera negativa. La psicóloga y arteterapeuta Dra. Cathy Malchiodi revisó una amplia variedad de literatura e investigaciones sobre el tema. Ella afirma que “la autoexpresión creativa y la exposición a las artes tienen efectos de amplio alcance no solo en la salud cognitiva y psicosocial, sino también en condiciones físicas como la enfermedad de Parkinson, diversas formas de demencia y cáncer”. En otras palabras, crear es bueno para nosotros —mental, física, emocional y espiritualmente— de una manera que la visualización pasiva no lo es. ¿Qué perdemos al dejar inactiva esta parte de nosotros?
Si decide que la creatividad es algo que usted quiere priorizar, pero no estás seguro de dónde encajarla en su agenda, considera usar algunas técnicas de manejo del tiempo:
Durante una semana, rastree cómo pasa su tiempo (y no trate de juzgar los resultados). ¿Qué partes de su agenda le enorgullecen? ¿Hay algún espacio de tiempo que podría ser más estimulante?
Cambie una actividad de consumo por una actividad creativa. Por ejemplo, en lugar de ver a alguien decorar una habitación en la televisión, renueve un rincón de su propio espacio con cosas que ya posee, como cambiar marcos de fotos o traer flores de afuera. O piense en maneras de combinar la constructividad con su visualización, como tejer, crear un boceto estilístico, dibujar o reparar algo.
Añada creatividad a una tarea que ya está en su agenda. Por ejemplo, dé un paseo mientras espera que termine la práctica de fútbol de su hijo en el parque. O, en lugar de preparar una taza de café negro, conviértase en su propio barista y haga una bebida amena.
Recuerde que el objetivo no es solo asignar tiempo para otra tarea, sino hacer espacio para que florezca la creatividad.
“No sé por dónde empezar”.
Es normal sentirse atascado antes de comenzar. Después de todo, puede tomar tiempo el que los nuevos hábitos se afiancen. Aquí tiene algunos consejos finales para animarle:
Responda una pregunta —cualquier pregunta— expuesta en esta guía. Respóndala con sinceridad y dé solo un paso basado en lo que descubra. La creatividad se despierta poco a poco, así que no hay prisa. Sea generoso y bondadoso con esta parte olvidada de usted mismo, y pronto descubrirá que se siente natural crear.
Siga su instinto explorador. Eric Hollenbeck, un artesano que preserva y restaura trabajos en madera, dice: “Me alimento satisfaciendo mi propia curiosidad”. ¿Por qué cosas siente curiosidad? ¿A dónde podría llevarle su interés de crear? Recuerde que no hay límites para lo que usted puede crear.
Tome un momento para orar. Cada día, puede usar esta oración o dejar que ella le inspire para usar sus propias palabras: Padre celestial, quiero aceptar el impulso creativo que hay dentro de mí, pero necesito ayuda para incorporarlo en mi vida. Dame sabiduría para conocer ese lado recreativo de ti y de mí mismo. En el nombre del Señor Jesucristo, amén.
A primera vista, el acto de crear puede no parecer tan importante como un hábito, por ejemplo, el de leer la Biblia u orar. Pero la verdad es que, sin él, no tenemos una comprensión completa quién es Dios ni de nosotros mismos. Como un padre terrenal que se deleita al ver a un niño ocupado y fascinado, el Padre celestial se deleita cuando experimentamos con todo lo que Él ha hecho. Y cada vez que soñamos, reconfiguramos o restauramos, nos acercamos más a Él.