Saltar al contenido principal
Artículo Destacado

Cómo ama Dios

El Señor me dio justo lo que necesitaba, incluso cuando eso parecía imposible.

Sandy Feit 1 de noviembre de 2021

La muerte de un ser querido desencadena, desde luego, un torrente de recuerdos: algunos de ellos nos conmueven el corazón, pero otros nos hacen desear poder reescribir la historia. Cinco años después de perder a mi esposo, estoy agradecida de tener pocos remordimientos, pero de vez en cuando recuerdo momentos en los que mi reacción podría haber sido más generosa o compasiva. Y puedo quedarme atrapada allí, deseando: “Si tan solo él pudiera decirme que todo está bien”.

Ilustración por Adam Cruft

Primero, permítame retroceder. Hace años, completé un ciclo de siete años de un estudio bíblico internacional, y aunque todos los cursos fueron excelentes, mi favorito fue el de Génesis. Una y otra vez, muestra que lo que parece imposible es planificado, puesto en marcha y llevado a cabo por nuestro bondadoso y Todopoderoso Dios. Por ejemplo, está la pareja de ancianos estériles a quienes se les promete innumerables descendientes. Está el esclavo encarcelado que asciende al poder y rescata a los hermanos que se habían deshecho de él. Y lo más maravilloso de todo, está nuestro amoroso Creador, que quiere tener una íntima comunión con nosotros a pesar de nuestra desobediencia, y luego abre un camino. De principio a fin, el libro proclama no solo la soberanía de Dios, sino también su tierno deseo de involucrarse en nuestras vidas.

Cinco años después de perder a mi esposo, estoy agradecida de tener pocos remordimientos, pero de vez en cuando puedo quedarme atrapada allí, deseando: “Si tan solo él pudiera decirme que todo está bien”.

Desde que terminé el curso, he querido tomarlo de nuevo. Pues bien, en agosto pasado llegó a través de una amiga la noticia de que la serie había vuelto a girar hacia el Génesis, nada menos que con un nuevo plan de estudios. El estudio sería por Zoom, y su inusual horario significaba estudiar la Palabra de Dios con mujeres de todo el continente. A pesar de la persistente preocupación por el compromiso del tiempo, no pude evitar sentir la necesidad de que debía inscribirme.

No me ha decepcionado. El nuevo material es aún más rico y, gracias a Zoom, tengo la oportunidad de aprender con, y de, un grupo de mujeres maduras amantes de Cristo, de múltiples orígenes y zonas horarias. 

Con la curiosidad de saber si esta vez me llamarían la atención aspectos diferentes, se me ocurrió buscar en el sótano mis notas de Génesis de hace quince años. Abrí el viejo cuaderno para compararlas, y empecé a jadear. Lo que tenía en mis manos no era mi cuaderno, sino el de mi marido. Elliot había dado una vez la clase para hombres, pero yo no recordaba que Génesis había sido el estudio al que asistió o que hubiera guardado sus notas. Sin embargo, aquí estaban, con esa letra tan familiar. 

Cada semana, cuando termino mis preguntas, me sirvo un poco de té y tomo esas notas para estudiar este libro favorito “con” Elliot. 

Ahora, cada semana, cuando termino mis preguntas, me sirvo un poco de té y tomo esas notas para estudiar este libro favorito “con” Elliot. Cada lección me da destellos de cómo pensaba él, y disfruto tanto de la conexión con él como de los pequeños descubrimientos en el camino. Mi favorito es una joya de la hoja de trabajo sobre Génesis 24. El primer versículo de ese capítulo dice: “El Señor había bendecido a Abraham en todo”, y para personalizar la idea, les preguntó a los participantes: “¿Cómo te está bendiciendo Dios ahora?”. Bueno, yo sé cómo habría respondido yo: “¡Llevándome a encontrar la respuesta de Elliot!” Lo que él había escrito era: “Con un matrimonio maravilloso y piadoso”. 

Fue el mejor regalo que pude haber recibido. Esas seis palabras me han ayudado a ser indulgente conmigo misma sobre las veces que me hubiera gustado amar más: hablaban de perdón, de la seguridad de que el amor puede ser excelente sin ser perfecto. Y el aliento del propio Elliot era justo lo que yo había fantaseado, aunque desde el punto de vista humano fuera una imposibilidad. Es un ejemplo más del tema que atesoro de Génesis: que nada es demasiado difícil para Dios (Génesis 18.14). 

Nada es demasiado difícil para Dios. 

Cuando quedó claro que hacía muchos años se había puesto en marcha una cadena de acontecimientos, empecé a apreciar hasta dónde llegó el Dios del universo por mí; me sentí conocida. La experiencia ha ampliado mi comprensión de su amor profundo y personal, que el Dr. Stanley explica con estas palabras:

Dios no ama al mundo en un gran grupo. No es una olla en la que ha metido a todo el mundo, y dice: “Bueno, yo amo a todo el mundo”... Él ama a cada uno de nosotros de una manera personal... [Y] quiere que sepamos que nos ama. ¿Por qué razón? Porque, como ve, hay tanto envuelto en eso. Si Él me ama, me será fiel. Si Él me ama, eso dice: “Sí, Él murió por mí”. Si Él me ama, se preocupará por mis necesidades. Si Él me ama, se preocupará por cada área de mi vida... Dios sabe exactamente cómo usted y yo necesitamos ser amados.

“Dios sabe exactamente cómo usted y yo necesitamos ser amados”. 

Y eso es justo lo que enseña Génesis: que el Señor nos ama a cada uno de nosotros de una manera única: Adán recibió una invitación para pasear con su Creador en el fresco de la tarde (Génesis 3.8); Abraham recibió un hijo de forma milagrosa y un pacto que todavía se está cumpliendo (Génesis 17.5, 6; Génesis 21.2); José cambió su ropa de prisión por lino fino, un anillo de sello y la autoridad que ellos denotaban (Génesis 41.40-42). Y Sandy recibió una carta de amor de Dios, de puño y letra de su marido.

Más Artículos