No importa lo comprometido que esté con Cristo, su lealtad será puesta a prueba. Abraham se enfrentó a la prueba más difícil que un padre puede enfrentar: se le pidió que sacrificara a su hijo. Sin embargo, comprendió que Dios tiene la autoridad final. Que la historia de Abraham sea un gran ejemplo de cómo las pruebas pueden fortalecer nuestro compromiso con Dios.