Como seguidores de Cristo, conocemos las bendiciones y las consecuencias positivas de cumplir la voluntad del Señor. Sin embargo, nuestra obediencia no es algo que sucede de manera natural, sino que requiere disciplina.
Hay dos tipos de disciplina en la vida del creyente: la autodisciplina y la disciplina divina. La autodisciplina es la manera en que nos mantenemos en control de nuestras actitudes y acciones por medio del poder y la presencia del Espíritu Santo. La disciplina divina proviene del Señor. Es la manera en que Dios nos corrige cuando lo desobedecemos o nos desviamos de su voluntad.
Sin el autocontrol y los castigos del Señor, nunca llegaremos a ser las personas que Dios quiso que fuéramos al crearnos. El Dr. Stanley explica por qué necesitamos ambos tipos de disciplina. Descubra lo que sucede cuando vivimos una vida disciplinada y lo que sucede cuando no. Además, conozca estos siete principios clave que le ayudarán a dominar esta habilidad:
- Tenga un objetivo o propósito definido.
- Apéguese al objetivo y aléjese de las distracciones.
- Persiga su objetivo con diligencia.
- Sea constante en la búsqueda de su objetivo cada día.
- Practique el autocontrol.
- Diga “no” a los obstáculos con la fuerza del Espíritu Santo.
- Acepte los fracasos como oportunidades para empezar de nuevo.
Comience a vivir con disciplina y descubra el destino que Dios ha planeado para usted.