Aunque no todos estamos llamados a hacer demostraciones tan dramáticas de fe como Elías, a todos se nos ha dado autoridad en la oración por medio del Señor Jesucristo. Aprenda a acercarse con confianza, pero humildemente, al trono de la gracia con sus peticiones y ruegos (Heb 4.16). Aprenda a orar con autoridad, y dé a Dios la oportunidad de glorificarse en sus circunstancias.